¿Se puede escribir un cuadro? ¿Es posible dibujar la música, bailar una poesía? El mundo del arte permite cualquier combinación entre las distintas formas de expresión que lo componen. Son este tipo de prácticas las que ayudan al desarrollo de los sentidos en su máximo esplendor: se trata de una técnica que ayuda a indagar en sí mismos, a reconocer y plasmar sus sensaciones y a ganar en seguridad y autoconfianza.
Una de las cosas que nos maravillan de la música es que, a través de ella, podemos trasladarnos a todo un universo de sensaciones y emociones que, además, es único para cada persona, como única es su forma de percibir el mundo, de entenderlo, de manipularlo y de hacerlo girar.
Ambas técnicas, pintura y música, se encuentran íntimamente relacionadas con un proceso clave: el creativo. No toda música es arte, como tampoco lo es cualquier pintura, pero si logramos conectar con nuestros sentimientos y encontrar un lenguaje con el que transmitirlo a un espacio sensorial, habremos dado con la clave.
¿Cómo pintar la música?
La base de esta técnica es conectar una forma de expresión con otra: intentar que el niño explique verbalmente lo que le hace sentir la música pude ser un primer filtro para que pierda la timidez y conecte consigo mismo a través de una vía más sencilla que la pintura. Podemos ayudarle dando nuestra opinión, o preguntándole directamente si esa música le evoca cierta cosa concreta (un objeto, una situación, un recuerdo concreto…) Luego tocará plasmarlo en el papel, sin olvidar que la idea inicial de la que parta puede tomar todas las variantes y caminos nuevos que desee.
Lo importante es lograr que se dejen llevar: que olvide su entorno, el qué pensarán sobre lo que está creando… y que se lance a dibujar y expresar aquello que pase por su cabeza.
Para alcanzar un nivel mayor de abstracción, hay ciertas preguntas que pueden ayudar: por ejemplo, qué color predomina en esta melodía, cómo sonaría este dibujo, qué imagen evoca cada sonido… Lo importante es explorar los límites de tu imaginación, y no tener reparos en hacerlo bien o mal: sólo dejar que el lápiz, el rotulador o el pincel fluyan.
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