Los niños de 0 a 6 años no perciben las catalogaciones sociales tal y como lo hacemos los adultos. Es decir, si nosotros tuviéramos esta edad, y en nuestra clase hubiera niños y niñas de otras razas o culturas, o que se comportasen de manera diferente a la nuestra debido a alguna patología, lo apreciaríamos como algo normal. Estaríamos acostumbrados a esa diversidad y, más adelante, en la etapa de Primaria, no nos sorprendería o asustaría ver un niño con parálisis cerebral en una silla de ruedas, o una niña aleteando mientras da vueltas alrededor de la clase.
De este modo, a diferencia de lo que se suele pensar y de los temores que se nos infunden a los padres, compartir aula con niños con diversas patologías (síndrome de Down, paralíticos cerebrales, autistas,…) enriquece nuestra visión y conocimiento del mundo.
A un niño que convive en el aula, en el entorno familiar o en la calle con niños con síndrome de Down, no le van a asombrar las diferencias en sus primeros años. A partir de los 3 años, si no ha estado expuesto a esta convivencia, puede que le sorprendan algunas cosas (al igual que le puede sorprender cualquier característica que no haya conocido antes de personas distintas), aunque no es usual que pregunte, sólo que observe. Para ellos no es una diferencia, sino algo nuevo a conocer. Esto hay que abordarlo con toda la naturalidad, pues está conociendo el mundo. Es crucial la normalidad con la que nosotros actuemos en las situaciones, pues somos sus modelos.
A partir de los 4 años aproximadamente, los niños comienzan a interesarse por las situaciones sociales y por la causa de todo lo que le rodea (¿por qué….?). Será entonces cuando surjan las cuestiones.
A partir de los 4 años aproximadamente, los niños comienzan a interesarse por las situaciones sociales y por la causa de todo lo que le rodea (¿por qué….?). Será entonces cuando surjan las cuestiones.
¿Cómo podemos explicarles en qué consiste el síndrome de Down?
Hay que tener en cuenta la etapa de desarrollo en la que se encuentra el niño a la hora de explicarle la realidad que desea conocer. No podemos darle una argumentación científica, pero tampoco un “cuento” irreal sobre el tema.
Podemos centrarnos en las características que vemos distintas, en las dificultades que presentan y en las habilidades singulares que tienen. Por ejemplo: “Alejandro es un niño muy interesante, ¿verdad? Tiene síndrome de Down, y por ello tiene los ojos así, un poco alargados, la lengua más gorda y larga y casi siempre ganas de reír. A él le cuesta a veces hacer caso a la seño y es más lento haciendo las cosas. En cambio, acaba todo lo que empieza porque tiene mucha paciencia.”
Existen algunas lecturas para Educación Infantil que nos ayudan a abordar el síndrome de Down y el tema de las diferencias:
Podemos centrarnos en las características que vemos distintas, en las dificultades que presentan y en las habilidades singulares que tienen. Por ejemplo: “Alejandro es un niño muy interesante, ¿verdad? Tiene síndrome de Down, y por ello tiene los ojos así, un poco alargados, la lengua más gorda y larga y casi siempre ganas de reír. A él le cuesta a veces hacer caso a la seño y es más lento haciendo las cosas. En cambio, acaba todo lo que empieza porque tiene mucha paciencia.”
Existen algunas lecturas para Educación Infantil que nos ayudan a abordar el síndrome de Down y el tema de las diferencias:
- “La tortuga Marian” (Almudena Taboada. Ediciones SM). Cuento que trata de forma indirecta el tema del síndrome de Down a través de una tortuga a la que le cuesta más aprender que al resto.
- “Lolo un conejo diferente” (Guido van Genechten. Ediciones SM).
- “Está bien ser diferente” (Todd Parr. Ediciones RBA).
¿Cómo aceptan los niños estas diferencias?
Sin mediación social, los niños aceptan o rechazan a los demás en función de cómo éstos les hagan sentir. Es decir, si un niño me pega o molesta con frecuencia voy a rechazar su compañía. Si un niño, sea como sea, me hace reír y comparte mis intereses, aceptaré e incluso buscaré su compañía.
Por otro lado, el modelo que presentamos los padres va a ser reproducido fielmente por nuestros hijos. Es decir, si nosotros mantenemos prejuicios y recelos sobre los niños con diferencias, entre las que están los niños con síndrome de Down, nuestros hijos van a actuar con cautela con ellos, e incluso con rechazo. Si nosotros, por el contrario, mostramos una actitud normalizada y abierta a la diferencia, nuestros hijos se mostrarán cercanos a los demás niños diferentes, con la mirada curiosa de un niño y con la seguridad de que “lo diferente no es malo”.
Por otro lado, el modelo que presentamos los padres va a ser reproducido fielmente por nuestros hijos. Es decir, si nosotros mantenemos prejuicios y recelos sobre los niños con diferencias, entre las que están los niños con síndrome de Down, nuestros hijos van a actuar con cautela con ellos, e incluso con rechazo. Si nosotros, por el contrario, mostramos una actitud normalizada y abierta a la diferencia, nuestros hijos se mostrarán cercanos a los demás niños diferentes, con la mirada curiosa de un niño y con la seguridad de que “lo diferente no es malo”.
Algunas situaciones típicas
Te presentamos algunos ejemplos de situaciones que pueden presentarse:
“Mi hijo de 5 años no quiere invitar a Dani, un niño con síndrome de Down, a su cumpleaños. ¿Qué puedo hacer?"
No debemos obligar a nuestros hijos a que hagan lo que socialmente queremos los mayores. Si obligamos a un niño a integrar a otro sin desearlo sólo conseguiremos forzar una situación y desintegrar más aún. Es mucho más beneficioso prever estas situaciones con un trabajo familiar y escolar previo, para que no se llegue a producir el rechazo.
“Lidia, una niña con Síndrome de Down, no para de tirar objetos en clase y a veces pega a los compañeros. Cómo explico a mi hija por qué ella hace eso y por qué la norma para todos es que no se hace”
Hoy en día, en todos los centros escolares en los que se encuentran integrados alumnos con síndrome de Down, y también con otras patologías, trabajan profesionales de la enseñanza que mantienen un programa de trabajo en el que no da cabida a una educación “permisiva” ante estos alumnos y alumnas. Por ejemplo, no le van a consentir en clase que tire objetos, o que tire del pelo a alguien. Le pondrán el límite igual que al resto, aunque con variedad de metodología, según el caso.
Puede ocurrir que, en alguna circunstancia concreta, nuestro hijo presencie este tipo de conductas; ante lo cual le explicamos la dificultad que tiene ese niño o niña para comprender lo que pasa, para comprender las órdenes, para controlar sus impulsos,… Nuestros hijos, a partir de los cuatro años pueden ir comprendiendo estas explicaciones básicas.
“Mi hijo de 5 años no quiere invitar a Dani, un niño con síndrome de Down, a su cumpleaños. ¿Qué puedo hacer?"
No debemos obligar a nuestros hijos a que hagan lo que socialmente queremos los mayores. Si obligamos a un niño a integrar a otro sin desearlo sólo conseguiremos forzar una situación y desintegrar más aún. Es mucho más beneficioso prever estas situaciones con un trabajo familiar y escolar previo, para que no se llegue a producir el rechazo.
“Lidia, una niña con Síndrome de Down, no para de tirar objetos en clase y a veces pega a los compañeros. Cómo explico a mi hija por qué ella hace eso y por qué la norma para todos es que no se hace”
Hoy en día, en todos los centros escolares en los que se encuentran integrados alumnos con síndrome de Down, y también con otras patologías, trabajan profesionales de la enseñanza que mantienen un programa de trabajo en el que no da cabida a una educación “permisiva” ante estos alumnos y alumnas. Por ejemplo, no le van a consentir en clase que tire objetos, o que tire del pelo a alguien. Le pondrán el límite igual que al resto, aunque con variedad de metodología, según el caso.
Puede ocurrir que, en alguna circunstancia concreta, nuestro hijo presencie este tipo de conductas; ante lo cual le explicamos la dificultad que tiene ese niño o niña para comprender lo que pasa, para comprender las órdenes, para controlar sus impulsos,… Nuestros hijos, a partir de los cuatro años pueden ir comprendiendo estas explicaciones básicas.
¿Qué papel juegan el profesorado y la sociedad?
La segunda “persona modelo” para nuestros hijos son sus maestros, sobre todo, en las edades infantiles y primeros cursos de Primaria. La manera en la que el maestro aborde el tema de las diferencias, la implicación, la cercanía a los niños, etc., va a ser clave en la evolución de la clase.
Hoy día, aún queda mucho camino que andar en la normalización de personas con discapacidad. Es difícil, como padres, luchar con la generalidad social. Pero, debemos dar ese empujoncito a nuestros hijos para que sean críticos, para que tengan una visión abierta y enriquecida del mundo.
Los niños con síndrome de Down son por lo general afables, divertidos, testarudos, les gusta llamar la atención, les gusta reír y divertirse. Los padres, maestros y terapeutas tienen que poner límite a algunas conductas y estimular su aprendizaje. En cambio, para un hermano, para un compañero de clase o para un amigo (que no tiene que “corregir” nada) estos niños son una bomba de diversión y cariño.
Hoy día, aún queda mucho camino que andar en la normalización de personas con discapacidad. Es difícil, como padres, luchar con la generalidad social. Pero, debemos dar ese empujoncito a nuestros hijos para que sean críticos, para que tengan una visión abierta y enriquecida del mundo.
Los niños con síndrome de Down son por lo general afables, divertidos, testarudos, les gusta llamar la atención, les gusta reír y divertirse. Los padres, maestros y terapeutas tienen que poner límite a algunas conductas y estimular su aprendizaje. En cambio, para un hermano, para un compañero de clase o para un amigo (que no tiene que “corregir” nada) estos niños son una bomba de diversión y cariño.
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