El ruido, en el obligado y puntual traslado, ocasionado por los bordes metálicos contra los adoquines, es una de las teorías… Otra habla en sentido eclesiástico que San Andrés, mártir muerto, crucificado en aspas y arrastrado… O la popular que cuenta que San Andrés, cojo y borracho durmió “la mona” y para despertarlo se usó el ruido de cacharros.
También hubo un tiempo en que “correr los cacharros” no estuvo bien visto… Se escuchaba entre la vecindad voces discrepantes y el “Correr los Cacharros”, se limitó a zonas restringidas con estricto horario…
Me contó uno de los tantos personajes que entrevistamos la pícara protesta de una joven que, fuera del horario permitido, se deslizó a gran velocidad por las pinas calles en una tabla a la que tenía atada una larguísima cuerda. Al final de la cuerda, numerosos cacharros… De esa manera, el guardia no podía multar a nadie porque no se veía la persona provocadora del ruido...
“Correr los Cacharros”, la tengo enmarcada dentro de las fiestas del ruido y conjuros, de promesas votivas como la que anualmente tiene lugar en la Montaña de Vergara, en el municipio de Santa María de Guía de Gran Canaria. La promesa votiva que cuenta con una antigüedad de dos centurias se hizo cuando una terrible plaga de langostas asoló las zonas de Guia, Gáldar y Moya… Para combatirla los propios del lugar usaron el “rugido” ensordecedor de tambores, cajas de guerra, bucios, cacharros y todo cuanto pudiera hacer una escandalera del carajo…
Ahora, estamos en tiempo de fiestas. Una fiesta grande en honor a San Andrés. Una fiesta que suele regarse con vino nuevo y ruido. Mucho, mucho ruido… Un ruido, está ligado a todos en esa vieja creencia que espanta a los malos espíritus..